CLARA, CAMINA O REVIENTA
Hoy empiezo a contaros el primer capítulo de Carlos Clara, un personaje que
pasó en los últimos años de trabajar de pastelero o como camarero tras la barra
de varios baretos de barrio de fugaz existencia, hasta convertirse en
lugarteniente de José Luis Sánchez, Director del Área Social del Real Madrid,
responsable de la grada de animación del club y hombre de confianza de Manuel
Redondo, adjunto a la presidencia; a la postre subalterno del todopoderoso
Florentino Pérez.
Las andanzas de este individuo comienzan en el fondo sur del Estadio
Santiago Bernabéu, muchos años atrás, cuando el singular Clara ingresa en la
peña Orgullo Vikingo en compañía de su amigo Rafa, hermano de José Emilio,
futuro presidente de la Peña Cinco Estrellas, compartiendo ubicación y grada
con los UltrasSur. Tras algunos problemas de convivencia Orgullo Vikingo decide
dejar el fondo sur para trasladarse, primero al fondo norte y con posterioridad al tercer anfiteatro del lateral. Es
entonces cuando el amigo Clara empieza a ser conocedor de las bondades y
beneficios que se generan en torno a determinadas asociaciones y crece con
fuerza la famosa Peña Cinco Estrellas, comandada por su entonces también amigo,
José Emilio Martín, tras la final de Glasgow que enfrentó al club blanco con el
Bayern Leverkusen.
Clara y José Emilio, por aquel entonces
inseparables, aúnan esfuerzos para hacer crecer la peña hasta convertirla en un
referente para cualquier madridista que quisiera desplazarse al extranjero para
acompañar a su equipo. Era de esperar que entre ambos personajes acabaran
surgiendo disputas relacionadas con la gestión económica y que finalmente el
asunto acabara en “divorcio” y que incluso llegaran a las manos cuando ambos protagonizaron
una pelea a puñetazos en mitad de la grada del fondo norte. La contienda acabó
con Carlos Clara siendo reducido por la fuerza por varios miembros de seguridad
del estadio y rodando entre los asientos del estadio tal y como recogen las
imágenes que se captaron de aquel bochornoso momento.
La organización de viajes al extranjero por parte de determinadas peñas siempre
ha sido un negocio jugoso y más que lucrativo. No obstante peñas en las que
Carlos Clara llevaba la voz cantante, como la Cinco Estrellas o posteriormente
La Clásica, se han significado por organizar vuelos charter a un sinfín de
ciudades de todo el mundo; allá donde se ha desplazado el equipo a jugar
competiciones internacionales. Desde hace muchos años, Carlos y su
compañero Nacho han organizado estas expediciones para cientos de madridistas
en cada ocasión y generando pingües beneficios de los que, entiendo, habrán
rendido cuentas al resto de miembros de esas peñas en primer lugar y a Hacienda
con posterioridad. Supongo que habrán hecho lo mismo sus actuales camaradas Manuel Matamoros, José Luis Ochaita y Felipe Lainez en sus respectivas peñas.
Podemos hacernos una idea de lo que podría significar la
facturación, a modo de ejemplo, de un vuelo normalito a Europa donde podían llenar
un avión con 300 madridistas por 300 ó 400€ aproximadamente por cabeza. Y luego
multipliquemos eso por la cantidad ingente de viajes que puedan haber
organizado durante todos estos años a destinos muchos de ellos repetidos:
Estambul, Amsterdam, París, Londres, Lisboa, Munich, Milan, Cardiff, Glasgow,
Lyon, Roma, Tokio, Marrakech, Dubai, Turín, Praga… Es evidente para todos que los Peugeot 5008 no se compran sólos.
Peñas, por cierto, que siempre han tenido la autorización del Club para
anunciar estos viajes en las fachadas del estadio con grandes carteles y en las
propias oficinas de socios, donde podías encontrar a diario cuartillas con la
ofertas de viajes de la peña La Clásica que dirige con maestría el afamado
Clara. Hasta se remite al teléfono del presidente de misma a muchos de los que llaman preguntando la manera de viajar siguiendo al equipo. El mercadeo era, y sigue siendo, constante y consentido.
Sin duda la cuenta bancaria de este peña debe de contar con muchos ceros y sus peñistas han de estar bien informados de la
gestión económica de los viajes y de las cientos de entradas que
deambulan a diario de la mano de Carlos Clara y del resto de responsables de la Grada Fans en cada partido que se disputa en el Bernabéu.
Tenía claras sus intenciones el amigo Carlos cuando antes del destierro de los UltrasSur
del estadio ya se permitía organizar con uno de los líderes históricos de la
organización, Álvaro, un viaje a Estambul con el avión repleto de ultras. Me
refiero, por supuesto, a Álvaro Cadenas, de quien quedan muchas cosas por contar
de puertas afuera y de oficinas adentro del Real Madrid... Vais a alucinar.
Por supuesto la pelea con su examigo de viajes-negocio José Emilio no es ni
mucho menos el único capítulo violento del actual presidente de la peña La
Clásica en el estadio madridista. En España Directo, de Televisión Española, se realizaba un reportaje sobre la organización y la seguridad en los estadios
para los partidos de fútbol cuando, por casualidad, recogieron con sus cámaras
como éste elemento era retenido por la policía nacional a las puertas del
estadio por tratar de introducir al recinto una navaja escondida en uno de sus
calcetines. El propio policía que detenía a Carlos Clara explicaba en cámara lo
que sucedía en esos momentos.
De los innumerables capítulos que podrían contarse de Carlos Clara, como
para escribir una trilogía que dejaría en nadería a la Guerra de las Galaxias,
existe uno del que se ha hablado muy poco pero que evidencia el tipo de
personaje que actualmente deambula por los despachos del Santiago Bernabeu y de
la Ciudad Deportiva de Valdebebas como si fueran estancias de su propia casa.
Principios de 2006. La primera etapa de Florentino Pérez como presidente
del Real Madrid pega sus últimos coletazos. Carlos Clara se muestra
públicamente como una de las voces más críticas de las peñas madridistas hacia
la gestión del presidente. No obstante Clara siempre había mostrado su apoyo
a Lorenzo Sanz, alentándole públicamente en las elecciones presidenciales. El
propio Carlos Clara presumía incluso entre sus amigos de haberle “sacado 12000
euros” para que se moviera y le consiguiera apoyo entre los madridistas y las
peñas donde Clara se movía como pez en el agua. Supongo que se lo inventaría.
Un mes antes de la dimisión de Florentino como presidente se produce un
altercado en el fondo norte del Estadio Santiago Bernabéu. Carlos Clara acude al
encuentro luciendo una camiseta con un dibujo de un bulldog enseñando sus
colmillos y la frase “FLORENTINO HIJO DE PUTA”. Los miembros de seguridad del
estadio, comandados por Julio Cendal, le retienen en los pasillos interiores
del fondo norte y le realizan una prueba de alcoholemia sospechando de su
estado de embriaguez. Tras ser identificado como socio se le abre expediente y
el club, bajo la directriz de Manuel Redondo, mano derecha y ayudante de casi
todo del presidente, se le retira el carnet y se le expulsa como
socio del Real Madrid.
Como todos sabéis, tras la dimisión de Florentino, comienza la época de
Ramón Calderón y bajo su mandato, con la presión a la que fueron sometidos
diversos empleados recién llegados al club blanco, se le devuelve la condición
de socio. No deja de resultar sorprendente que la misma persona que fue expulsada por
Manuel Redondo por insultar grave y públicamente al presidente Florentino
Pérez, comparta actualmente mesa, reuniones y viajes con la cúpula de la directiva madridista.
Los que hemos tenido la suerte o la
desgracia de compartir espacio con este individuo, primero en las oficinas del
Bernabéu, en los viajes y posteriormente en las modernas instalaciones de Valdebebas, tenemos
respuesta a todos estos interrogantes que os podáis estar haciendo. Porque no
es casualidad que un sujeto con semejante curriculum ostente responsabilidades
en las tripas del área social del club. No es por despiste que altos cargos del
Real Madrid hayan depositado tanta confianza en Clara, para nada. Todo tiene un
sentido y un propósito que con el tiempo os iré explicando para que, a pesar de
haber deseado apartarle de todo este entramado llegaran a un punto de “no
retorno” en el que ya no pueden permitirse prescindir de él y menos por las
malas, por las consecuencias que pudiera originar que un fulano sin escrúpulos como Clara empezara a soltar por la boca información más que delicada para algunos.
Y este es sólo el principio del relato. El primer capítulo de una sarta de
vergonzantes situaciones dignas de haber protagonizado, allá por los años 70, películas
como El Vaquilla, El Pico o Perros Callejeros.
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